COLIBRÍ.

La inspiración

es un colibrí

que bate sus alas

sesenta veces por segundo,

que late con brío

más de mil veces por minuto.

Criatura a un tiempo

tan bella y frágil,

diminuta e inmensa,

puro cerebro

y tanto corazón.

Si tienes la suerte

de que venga a visitarte

trátala siempre bien,

nunca la enjaules.

Ábrele la ventana,

acógela con cariño

y luego déjala ir.

Recuerda

que quien bien te quiere

te hará volar.

Por eso,

amigo escritor,

amiga poeta,

ocúpate de cuidar

su vuelo,

su canto,

las flores que la nutren,

la sombra que la cobija.

Échala de menos,

pero no la des por hecho.

Y así quizá

el día menos pensado

la escucharás de repente

intrépida y dichosa

de vuelta a tus jardines.

Foto de Mark Olsen en Unsplash

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