HILO DE ARIADNA.

Hay picos de estrés

que cuesta escalar,

contracturas contractuales

a tipo fijo y a largo plazo,

ansiedad en el estómago

que se indigesta,

malos tragos,

días duros de pelar,

modernidades líquidas

con su desasosiego,

saudade sin coordenadas

y miedos con nombres y apellidos.

Pero también está el tuyo:

tus cinco letras

como los cinco dedos de la mano

que sé que no me soltará

en este camino pedregoso,

a ratos lleno de baches

y de abismos.

Y sin embargo,

simple y llanamente,

si el estrés me pesa en los hombros,

la ansiedad se me agarra a las tripas,

la inseguridad habita mi cabeza

y el silencio ya es costumbre,

contigo jamás me escondo,

cuando me buscas la risa,

y cambias la incertidumbre

por un sinfín de certezas.

Encuéntrame aquí

y háblame bajito

del Principito y la serpiente,

de minotauros y laberintos,

de monstruos de hoy y de antaño

y luego rompe a reír,

cuéntame algo bonito,

una historia diferente,

inventa un final distinto

donde ya no exista el daño.

Eres mi hilo de Ariadna,

mi remanso de paz,

mi tabla de salvación

entre tanto caos.

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